Buenos días mis queridos lectores/radioescuchas, una disculpa en primer lugar por mi ausencia y otra por el abandono en el que he dejado mi querido Blog. El pretexto, el de siempre, falta de tiempo. Los testigos de Jehová o de otras sectas que van por la vida evangelizando, y, que son grandes para debatir y aplicar el método Socrático dirían que esa necesidad de tiempo y constante carácter de prisa e impuntualidad es lo que no permite a la sociedad ser feliz o cumplir. Yo, lo atribuyo a una mala administración del tiempo y a una adicción a la presión que deja de ser "divertida" cuando volteo y no he escrito en mi blog por mucho tiempo. De verdad lo siento.
Ahora, dejare de divagar y vamos al punto que esta entrada merece:
El Derecho a la Ciudad
Pero no el de Lefevbre u otros teóricos; si no uno en especial: el de David Harvey...
“Un derecho colectivo en lugar de uno individual, y a cambio la ciudad depende inevitablemente el ejercicio de un poder colectivo sobre los procesos de urbanización”.
Cabe plasmar:
Dr. Carlos Morales Schechinger: "El suelo es una mercancía de condiciones espaciales, no se comporta físicamente de igual manera que otras mercancías que sí operan dentro de un mercado competitivo".
Pero, ¿Qué sucede con la ciudad entonces si el hombre, o la sociedad en conjunto -mejor dicho-, no se ha dedicado a transformarla para igualar las virtudes que esta ofrece? ¿Qué pasó entonces con la ciudad?
Conceptualización del derecho ignorado a la ciudad, siendo el monstruo un sistema muy obvio, la ciudad la chica de azul, la niña la sociedad y el helado como deseo infantil reflejado en la teoría lógica de buscarnos derechos (creo que no era necesario explicarlo). Hecho por encargo a mi amigo Juan Bilbao, estudiante de urbanismo, UNAM.
Una limitante al derecho a la ciudad: la Renta del Suelo y la falta de una Política Urbana
Marx decía que al haber una producción, y al pagar al obrero el trabajo, éste satisfacía necesidades básicas. Al invertir en la producción y tecnología y crear nuevos productos se crean nuevas necesidades que deben ser atendidas. Esto consolida y fortalece a la población obrera impulsando su crecimiento y con esto se incrementa la migración del campo a los centros de trabajo industriales y repite el ciclo de producción de necesidades y consumo. En países latinoamericanos este crecimiento económico se basa en las exportaciones y salarios bajos para ser competitivos mundialmente y no en el fortalecimiento del mercado interno y en las satisfacciones de necesidades creadas por la producción local, pero demandando la misma fuerza de trabajo. Esto genera un empobrecimiento creciente de la población, migración a centros de desarrollo (urbes) y crecimiento descontrolado por la falta de intervención del Estado en políticas urbanas.
Para Ricardo, no todos los terrenos son rentables; al principio, cuando había suficiente extensión de suelo cultivable, la renta de la tierra no existía. No se creó sino cuando, por efecto del aumento de la población, fue necesario acudir a la explotación de suelos más alejados y peor situados. Marx en “La nacionalización de la tierra”, 1872, dejando de lado los «derechos» de propiedad, afirma: el desarrollo económico de la sociedad, el crecimiento y la concentración de la población, harán cada día más que la nacionalización de la tierra sea «una necesidad social». Las demandas de la población, crecientes sin cesar, por una parte, y la constante alza de los precios y la satisfacción de necesidades, por otra, muestran irrefutablemente que la nacionalización de la tierra es una necesidad social. Esta nacionalización como un Derecho a la Ciudad.
En AMLA las políticas urbanas no se han visto enfocadas en las necesidades sociales, más que en los intereses privados. Se puede decir que la Política Urbana la define la postura del Gobierno en la intervención de las actividades sociales, culturales y económicas, involucrando la gestión del suelo (renta) y de la vivienda (como una necesidad). No por una postura Estatal o Nacional que se caracterice por la continuidad. En concreto, no existe un modelo de ciudad o una política urbana que vele por los intereses de todos los habitantes (de todos los diversos habitantes) ni hay secuencia en las políticas estatales o nacionales que se enfoquen en lso centros de población crecientes ni en sus problemas.
Nuestro país, como muchos en desarrollo, han implementado políticas -por recomendación internacional, por ejemplo- para crear herramientas que los hagan más competitivos globalmente, para generar empleo mediante la inversión (nacional o extranjera) o como se señalé al principio del texto hablando de Marx, la competitividad la obtienen buscando mercados externos en vez de fortalecer los internos.
Mapa conceptual de competitividad mundial.
Como no me gusta decir por decir y sin bases, citaré un artículo publicado por el Banco Mundial. Es reciente porque, como tenemos una idea de las recomendaciones que organizaciones como ésta nos han dado (abrir fronteras mercantiles, etc.) quiero mostrar que no nos hemos enfocado en buscar una política urbana integral, dentro del modelo de país y de la ideología liberal que seguimos. Por otra parte es reciente, para remarcar que la falta de políticas urbanas y por lo tanto, la falta de derecho a la ciudad, se hace presente, porque en las nuevas recomendaciones del Banco Mundial (y de la ONU) se busca la urbanización y la integración como elementos fundamentales de gestión mundial, nacional y local.
En el Informe Sobre el Desarrollo Mundial 2009: Una nueva geografía económica, del Banco Mundial, se "recomiendan" o buscan las implementaciones en los siguientes rubros para tener una mayor integración social, mayor repartición de la riqueza y consecuentemente más desarrollo:
*Urbanización
*Integración regional
*Desarrollo territorial
Aunado a esto, los programas internacionales sobre los Asentamientos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (UN-HABITAT) señalan que lo mejor es la descentralización para, desde lo local, atacar el problema de la mala urbanización y las necesidades de la población.
Sin embargo, en México, opino, se deben observar los procesos urbanos. México y en general América Latina, es la región en desarrollo que se caracteriza por las tasas más grandes de urbanización y los procesos más avanzados de descentralización (por ejemplo el artículo 115 que dota al municipio de la capacidad de proveer todos los servicios y cuestiones urbanas); sin embargo, es también la región con las peores brechas de inclusión y gran desigualdad en el acceso a la riqueza (fuente: UN-HABITAT ; State of the World ‘s cities 2008/2009). Si sumamos las recomendaciones del Banco Mundial respecto a urbanización, obtenemos la necesidad de tener una Política Urbana que además, con responsabilidad, controle las rentas del suelo y permita el libre uso, disfrute y vivienda de la sociedad que lo necesita, dentro de la ciudad.
Vemos que los impulsores del sistema económico actual, se han dado cuenta un poco de la idea de David Harvey; por lo que, si bien es necesario cambiar de sistema para disminuir las brechas sociales, buscan aminorar el descontento social con ciertos patrones o recomendaciones (¿por seguridad?).
No se tiene que empezar cambiando al mundo (o esperar a que cambie) para obtener el Derecho a la Ciudad que como sociedad merecemos, se puede empezar desde la transformación de la propia ideología de que no se puede. Simplemente se tiene que actuar; y sí hay herramientas para permitir el acceso a suelo bien servido y bien situado para todos los estratos socioeconómicos, se puede hacer con una Política Urbana de justicia social.